Sábado 29 de septiembre

Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

Oración de la mañana

¡Venid, adoremos al Señor,
delante de los ángeles!

¡Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos! Amén. ¡Aleluya!

Himno

En la hora en que Cristo resucita,
clame Miguel, el poderoso príncipe:
«¿Quién como tú, mi Dios, Jesús humilde?
Al pecado de los hombres descendiste
y hoy el Padre te signa y te bendice».

En la hora en que Cristo resucita,
dice Gabriel, el que anunció a María:
«¡Exulta, Iglesia, virgen afligida,
el Santo vencedor es tu Mesías!
Nadie podrá dar muerte a tu alegría».

En la hora en que Cristo resucita,
proclama Rafael, el peregrino:
«¡Glorificad conmigo a aquel que dijo:
Yo soy la luz del mundo y el camino!
¡Bendecidle, que el viaje está cumplido!»

En la hora en que Cristo resucita,
se ha tendido la escala misteriosa
y el coro de los ángeles le adora:
«¡Somos, Señor, los siervos de tu gloria,
cielos y tierra cantemos tu victoria!»
Amén.

Salmo 622-9

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre…

Palabra de DiosGénesis 28,12-13a

Tuvo Jacob un sueño: Una escalinata apoyada en la tierra con la cima tocaba el cielo. Ángeles de Dios subían y bajaban por ella. El Señor estaba en pie sobre ella y dijo: «Yo soy el Señor, el Dios de tu padre Abrahán y el Dios de Isaac».

Un ángel se puso junto al altar del templo. Un ángel…

Cántico de Zacarías(Texto contraportada B)

El Mesías y su precursor

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.

Preces

Invoquemos la protección de los santos arcángeles que alaban a Dios en el cielo y están a su servicio:

R/MRogad por nosotros.

Santa María, reina de los ángeles.MR/

San Miguel, príncipe de la milicia celestial.MR/

San Gabriel, enviado por Dios a saludar a la Virgen.MR/

San Rafael, guía de los viajeros y medicina de Dios.MR/

Santos arcángeles, que cantáis la gloria de Dios en el cielo.MR/

Santos arcángeles, que manifestáis la bondad del Creador.MR/

Santos arcángeles, que estáis al servicio del Altísimo.MR/

Santos arcángeles, que veláis por el bien de los pueblos y la salvación de las almas.MR/

Santos arcángeles, que os alegráis por la conversión de un pecador.MR/

Santos arcángeles, que queréis que nos reunamos con vosotros en el cielo.MR/

Intenciones libres

Padre nuestro…

Oración

Oh, Dios, que con admirable sabiduría distribuyes los ministerios de los ángeles y de los hombres, concédenos, por tu bondad, que nuestra vida esté siempre protegida en la tierra por aquellos que te asisten continuamente en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.